APRENDÍ COSAS DEPORTIVAS y HUMANAS

Ibiza fue una experiencia inolvidable. Cada año fue diferente y como ya han dicho muy especial.
-
El primer año fue la novedad. El gusanillo en el estómago, la inquietud, los nervios por saber qué íbamos a encontrar.
Empezamos con el viaje en autobús hasta Denia con ese olor característico a piececillos y sudor. Después nos montamos en una balsa con motor donde no hubo persona que no se marease, en concreto recuerdo a la tía de Saray (Carmen) agarrada a una columna.
-
La semana fue increíble. Dormía con la Mary y todos los días pasaba Julito a echarle crema en el tobillo porque lo tenía lesionado. Quedamos cuartas, pero hay que decir que perdimos contra el equipo que ganó el campeonato (chicas, ¿os acordáis del tren que hacían?). Qué rabia nos dio perder ese partido, me acuerdo que lloramos muchísimo. En definitiva, nos lo pasamos genial.
-
El segundo año fue distinto porque éramos las mayores y ya conocíamos un poco a donde viajábamos. Cambiamos de entrenadores y el viaje fue mejor que el anterior. Repetí con Marina y se unió la Txani en la habitación. Conseguimos un tercer puesto, superando la clasificación del año pasado. Mejorando lo deportivo están esos buenos raticos que pasamos riéndonos en el escenario, haciendo juegos o cantando.
-
El tercer y último año ya éramos las jefas del garito, las veteranas. El viaje volvió a ser una odisea. El barco se meneaba como un balancín. Nos pegamos todo el rato durmiendo y la pobre Gumer en un camarote cuidando de su embarazo. Ese año estuve con las Martas (Txurtas y la Iriarte) y con la Estherica (mi novia jeje nuestras duchas). Unas habitaciones de lujo. En lo que a baloncesto respecta, perdimos el primer partido y eso nos condenó a quedar novenas aún ganando todos los partidos.
-
En resumen, una experiencia que recomiendo a todo el mundo que pueda ir, porque aprendes muchas cosas tanto deportivas como humanas.
-
Muchas gracias a todos los que hicieron posible que yo pudiera ir: padres, entrenadores, equipo y sobre todo, a la persona que siempre está detrás de todo este jaleo, Julio.
-
Maite Itoiz